lunes, 28 de febrero de 2011

Prioridad, proteger los manglares mexicanos

Naturaleza y ecología
Alberto Pulido A.

México es un país privilegiado al ocupar un lugar dentro de los cinco países megadiversos del mundo. En el ámbito de la posesión de manglares somos de las naciones que más extensión poseemos de esos ecosistemas. Es sabido que estos entornos poseen una rica biodiversidad y son piezas clave para la alimentación de fauna marina y protección contra los efectos de ciclones, huracanes y tormentas tropicales, así como para ayudar a purificar el aire combatiendo el CO2 que las industrias y otras actividades humanas arrojan a la atmosfera.

Al respecto, desde 2005 la Comisión Nacional para la Biodiversidad (CONABIO) ha intensificado sus labores para estudiar, conocer y medir los efectos negativos que los manglares mexicanos han tenido, fundamentalmente por la proliferación de pesquerías no sustentables, de desarrollos turísticos depredadores, cambios de uso de tierras y otras actividades industriales como la petrolera, que se viene desarrollando en áreas como los Pantanos de Centla y que han impactado negativamente a decenas de miles de hectáreas de manglares costeros, principalmente en zonas de la Rivera Maya y en La Encrucijada, Chiapas.
    
La CONABIO está llevando a cabo una labor de monitoreo que ha incluido la obtención de 200 imágenes satelitales y la toma de 100 mil fotografías desde helicóptero, mismas que han llegado a cubrir 800 mil hectáreas de manglares, extensión similar a lo que serían 130 veces el tamaño de la isla de Manhattan. Gracias a estas imágenes se han identificado 81 sitios prioritarios para su protección o, en su caso, para ofertar políticas de restauración en zonas depredadas.

Entre las zonas prioritarias para su protección se encuentran: Ría Celestum, Ría Lagartos, Sian Ka´an-Uaymil-Xcalar, El Triunfo-La Encrucijada-Palo Alto, marismas de Topolobampo-Caimanero, Laguna Madre, Laguna de San Andrés, Laguna de Tamiahua, las Dunas costeras del centro de Veracruz, Humedales del Papaloapan y Laguna del Ostión, entre otras.   

En esos sitios, según su ubicación geográfica, encontramos predominancia de vegetación de manglar como lo es el mangle rojo (Rhyzophora mangle), el negro (Avicennia germinans) o el botoncillo (Conocarpus erecta), que se enmarañan de manera muy cerrada brindando protección a cientos de especies de aves que se alimentan y empollan en ciertas épocas del año, como la garceta roja (Egretta rufescens), la pava cojolita (Penelope purpurascens) o el gavilán zancón (Garanospiza caerulescens). A su vez, son medios ideales para observar a carismática fauna carnívora como lo es el mayor depredador felino de América, el jaguar (Panthera onca), que ha buscado sustento en manglares y petenes como los predominantes en Ría Celestum.

Es urgente se dé continuidad a las políticas proteccionistas que vienen impulsando instituciones extranjeras y nacionales como la CONABIO en beneficio de los manglares mexicanos, para que estos biodiversos ecosistemas sigan siendo ejemplos de la grandeza natural que hoy poseemos los mexicanos.

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